MADRID : PUERTO MARÍTIMO

¿ MADRID CON PUERTO DE MAR .....??????
Pues aunque parezca mentira, la capital del reino sobre el año 1640 y reinando Felipe IV, pudo haber tenido mar, con lo cual aseguraríamos que a nuestro querido Madrid, no le faltaría de nada.
El río de Madrid, el Manzanares, aun siendo pequeño, recorre más de 60 kilómetros y alrededor del mismo surgieron los primeros asentamientos prehistóricos de Madrid. Excavaciones arqueológicas recientes han descubierto ricos yacimientos paleolíticos y neolíticos que nos aportan pistas sobre aquellas gentes, sobre su cultura y sobre los animales – elefantes, ciervos y hasta rinocerontes - que en tiempos remotos moraban esta zona.
El Manzanares ha sido el tema de muchos de los cuadros de Goya, como "Baile a la orilla del Manzanares" y "La Pradera de San Isidro", ambos en el Museo del Prado. A lo largo de los siglos, el río ha servido como lavandería comunitaria de los madrileños donde miles de lavanderas acudían diariamente a lavar y secar al sol las prendas. Durante la Guerra Civil, el río marcó la línea divisoria entre los defensores republicanos de la ciudad y los nacionales, que asediaron la urbe durante la mayor parte del conflicto.
El río Manzanares, a pesar de ser menospreciado por todos, ha jugado un papel primordial en un proyecto de convertir a Madrid en puerto marítimo. ¿En puerto marítimo? Si, habéis leído bien, en puerto marítimo. Originariamente, Madrid fue escogida como capital de la nación precisamente a causa de su ubicación en el centro geográfico de la península ibérica, en un punto más o menos distante de los diferentes puertos del país. Naturalmente, el problema siempre fue como transportar mercancías desde puntos tan distantes hasta la capital que esencialmente tenía que importar todo lo que consumía desde alimentos hasta productos manufacturados, lo que suponía que la vida en Madrid fuera tan cara como en Londres o París.
Esta es la razón por la que durante siglos se anheló conectar de alguna manera la ciudad con el mar. Además dicho anhelo no fue tan solo un vano deseo, pues, sorprendentemente, en muchas ocasiones se iniciaron las obras para convertir Madrid en un puerto marítimo. El proyecto databa del Siglo XVII, cuando España poseía un inmenso, rico y poderoso imperio que se extendía por medio planeta. En el Nuevo Mundo, sus dominios abarcaban desde Florida y California hasta el Cono Sur latinoamericano. Los galeones españoles surcaban los océanos, transportando oro, plata especies de las colonias del Caribe y desde allí a España.
Pero un problema acuciante se repetía una y otra vez: los barcos solo podían navegar hasta los puertos principales del país, como Cádiz, Sevilla, Sanlúcar y Lisboa, ciudad esta última que en aquel entonces estaba bajo control español. Desde allí, las mercancías debían ser transportadas por tierra hasta Madrid y otras ciudades interiores, lo que suponía un esfuerzo complicado y costoso. Aún en 1775, una diligencia necesitaba dos semanas para viajar de Cádiz a Madrid, circulando por carreteras en estado deplorable y enfrentándose a los peligros e inconvenientes que cualquier viaje comportaba en aquellos días.
Para solucionar este importante problema, un emprendedor italiano contratado por Felipe II, de nombre Juan Bautista Antonelli, concibió un osado y extraño plan: abrir una ruta navegable tierra adentro que uniera el Atlántico con el centro de Madrid. Antonelli, un ingeniero y arquitecto que había construido fortificaciones en Cartagena, Orán y Gibraltar, así como El Morro de Puerto Rico, presentó su revolucionario plan al Rey, el cual requería ensanchar el río Tajo, que desemboca en Lisboa, para hacerlo navegable hasta Madrid.
Las aguas del Tajo fluyen en el Jarama que a su vez conecta con el Manzanares conocido entonces como río Guadarrama. Por tanto, mediante una serie de complicados diques, compuertas y demás construcciones situadas en las riberas de los mencionados ríos y con el ensanchamiento de los puentes existentes, los barcos procedentes de las Indias podrían navegar desde Lisboa a Toledo, ciudad a tan solo unos 70 kilómetros de la capital, y desde ahí navegando por el Manzanares, llegar hasta el mismo centro de la Villa de Madrid.
Antonelli aseguró al Rey que la tecnología de aquel tiempo podía acometer semejante proeza y que el éxito del plan sólo era cuestión de dinero, del cual ciertamente no había escasez en esos años. ¿Os suena a locura?. Bueno, el Rey no pensaba del mismo modo a que ya que autorizó a Antonelli para que empezara las obras del proyecto sin más demora.
El ingeniero italiano esbozó los planos para la titánica tarea y comenzó a hacer prospecciones de los ríos a bordo de pequeños botes. Aprovechando un momento en el que las aguas del Manzanares habían elevado su caudal, el italiano consiguió navegar en una canoa con remos prácticamente desde Lisboa hasta Madrid.
Se emprendieron los trabajos de construcción iniciales entre las ciudades de Abrantes y Alcántara, con excelentes resultados. Pero aquel grandioso proyecto estaba condenado al fracaso por razones poco relacionadas con problemas técnicos o de ingeniería, ya que entretanto Felipe había puesto el punto de mira en la conquista de Inglaterra y la primera prioridad de la corte era construir y equipar la famosa Armada Invencible, la mayor y mas impresionante flota de barcos de guerra que jamás se construyera en España. El 29 de mayo de 1588, la flota, con un total de130 naves y 30.000 hombres a bordo, zarpó de Lisboa, atracando en La Coruña, con el objeto de invadir Inglaterra. En julio, cerca de la costa de Plymouth, se enfrentó con la flota británica, comandada por Charles Howard. Tras algunos enconados combates en Calais, la Armada se dispersó y tras sucumbir a feroces tormentas tuvo que atracar en Irlanda. Los barcos supervivientes pusieron proa de vuelta a España. Prácticamente la mitad de la flota española se perdió en aquella aventura y tan sólo unos 10.000 hombres de los que iban a bordo pudieron regresar con vida. Fue el mayor desastre naval que sufrió España en toda su historia.
Antonelli murió poco después aquella derrota pero dejó a su primo todos los detalles de su plan junto con las soluciones a los problemas de navegación del Tajo. El nuevo titular del proyecto concertó una entrevista con el Rey, en la que expuso con entusiasmo los planos y cálculos realizados ante el monarca. Pero llegó demasiado tarde; pues Felipe había perdido todo interés en aquel proyecto.
¿De que serviría construir una vía fluvial cuando apenas quedaban barcos y las arcas del país habían quedado arruinadas con el desastre sufrido por la Armada?. La catástrofe naval había sumergido a toda la corte en una desesperante melancolía y el proyecto de unir los océanos con Madrid quedó prácticamente abandonado.
El alicaído primo de Antonelli renunció al proyecto, al darse cuenta de que su plan no era sino una inalcanzable quimera. Pero aunque archivado durante décadas, el proyecto nunca cayó totalmente en el olvido. En 1641, un matemático, Luis Carduchi, escribió un detallado libro que contenía extensas ilustraciones a todo color, en las que de nuevo se analizaban las posibilidades y la viabilidad de navegar por el Tajo hasta Madrid, y que presentó al Rey Felipe IV. Pero el proyecto tampoco cuajó en esta ocasión.
Posteriormente, en 1770, el Rey Carlos III ordenó que se construyera un canal navegable desde el Puente de Toledo hasta el río Jarama, que a partir de entonces conectaría con el Henares o con el Tajo. En realidad, los trabajos llegaron a completar un tramo de dos leguas del canal (unos diez kilómetros) que fue conocido como el Canal del Manzanares.
En 1770, durante el reinado de Fernando VII, se reanudaron los trabajos en el canal, extendiéndolo otros cuatro kilómetros hasta la ciudad de Vaciamadrid, donde se conectaba con el río Manzanares en un punto situado a unos tres kilómetros antes de desembocar en el Jarama. Para tal propósito, se construyeron seis esclusas y cuatro molinos de agua así como varios botes de transporte. Además se añadieron algunos edificios destinados a oficinas y un cobertizo para botes, e incluso una pequeña capilla cerca del Puente de Toledo.
La entrada del canal se protegió con una gran puerta de metal y se plantaron árboles a lo largo de las dos riberas, pero los trabajos nunca se completaron. En 1829, el proyecto fue revisado en profundidad por el ingeniero hidráulico Francisco Xavier Cabanes y en 1834 por Manuel Bermúdez de Castro, por citar solo algunos de los intentos mas destacados por reflotar el viejo plan de un canal navegable.
El sueño de conectar Madrid con el mar nunca se hizo realidad. Tan solo se ha pedido navegar con botes por algunos pequeños tramos de los ríos Tajo, Jarama y Manzanares, pero esto apenas ha procurado alguna ventaja comercial práctica. Además, a medida que las carreteras españolas fueron mejorando, y especialmente con la inauguración del servicio de ferrocarriles en 1851, la necesidad de tal vía fluvial era mas que discutible.
Si te encuentras por casualidad en el lado oeste de Madrid, detrás del Palacio Real o en la carretera que pasa por la Puerta de Toledo, te aconsejamos que cruces por alguno de los puentes sobre el rio Manzanares como el bello Puente de Toledo (cerrado al trafico de vehículos), o, mejor aún, puedes coger el Teleférico desde el Paseo del Pintor Rosales y cruzar el río hasta el parque de la Casa de Campo. Pero tanto si cruzas el Manzanares a pie como si lo haces por los aires, podrás imaginar que aspecto habría tenido el río en siglos pasados con galeones españoles atracando en sus riberas y descargando riquezas y tesoros traídos desde el Nuevo Mundo.